sábado, 28 de mayo de 2016

Lección aprendida (Madrid - Segovia 2016)

Por desgracia esta iba a ser mi última carrera en lo que quedaba de año. Mi "calendario" (como si yo fuese un pro) terminaba en Segovia debido a temas laborales. Otra vez, como hace 5 años, me tocaba pasar una temporada fuera de casa en el extranjero en un país de montañas y naturaleza, aunque esta vez el idioma iba a ser más entendible que el alemán. Y además iba a poder aprovechar más la bici. Pero no quita que estuviese un poco desanimado y de bajón, y eso no es buena combinación para afrontar una carrera, y más en mi caso que el tema psicológico me suele afectar bastante en carreras (Tema a mejorar).

Ya había participado en la primera edición de la Madrid-Segovia, que pasaba por el puente de la Marmota y cruzaba la sierra por el puerto de la Fuenfría. Ese trazado me gustó mucho, me pareció bonito, técnico, divertido...sin embargo al año siguiente, debido a los kilométricos tapones que hubo en el paso de la Marmota, se cambió el itineratio. Ya ni se pasaba por la Marmota ni por el pto de la Fuenfría, con lo cual perdía todo aliciente que pudiera tener. Pero este año, se habían apuntado...bueno, habíamos engañado a un colega para que se apuntara, lo cual hizo, a lo que tuvimos que apuntarnos varios para no dejarle solo y quedar mal. Así que ya estaba apuntado para la 2016: salir de Montecarmelo por terreno conocido, pistear por tramos pestosos entre Tres Cantos y Colmenar viejo, vías del tren incluidas y cruzar la Sierra hacia Segovia por el pto de los Leones y el paso del arcipreste de Hita..

Las semanas previas, como he mencionado antes, no me levanté muy animado. Pero bueno, había que ir. Bajo a desayunar y sigo sin encontrarme muy allá, en un día normal de ruta, creo que me habría dado la vuelta a la cama. Me tomé la temperatura, por si acaso y daba 37,5º. Bueno, no pensé que fuese fiebre, así que nada, desayuné, desperté a mi chica que muy amablemente, igual que hace dos años, me iba a acompañar a la salida y recoger a la meta. Todo montado en el coche y en ruta para Montecarmelo. Esta vez no íbamos a hacer la tontería de aparcar el coche en todo el meollo, en vez de eso, me dejó a un distancia de seguridad de la zona de salida para luego poder irse con el coche sin mayor problema. En la salida estaban los colegas, Edu, Sergio y Alvaro ya colocados. Saludé sin mucho ánimo, no me encontraba muy allá. No sé, pensé que serían los nervios pre-carrera y el rollo del desplazamiento por el curro que no paraba de taladrarme la cabeza.

Pistoletazo de salida y me pongo a rueda de Alvaro. No salimos a fuego, pero sí un poco más rápido que el resto de la gente. Ya nos conocíamos los tapones que había entre Montecarmelo y los toboganes de la zona del Goloso, así que convenía apretar un poco al principio para luego rodar tranquilamente. Aún así tuvimos algunos parones leves, sin llegar a poner pie a tierra. Enseguida estábamos en la zona del Goloso, aunque veía que Alvaro iba fuerte y a este ritmo, ni loco iba a poder seguirle durante toda la carrera. Llegamos a la zona de los toboganes del Goloso y allí, la misma técnica que la anterior edición: ganar velocidad en la bajada, pedalear en la subida para tratar de mantener la velocidad y en un par de repechos que hay muy duros, un salto al suelo, tres o cuatro zancadas y volver a subirse a la bici. Ya lo hice en 2014 y me fue bien. Hay mucha piedra suelta, gente que de repente se te para delante, con lo cual se va mejor y sin riesgo corriendo. Alvaro no se bajó, aunque tuvo un pequeño resbalón en unas piedras que pilló mal, pero como iba detrás de él, pude darle un empujón para sacarle del apuro. Coronamos el último repecho y ya enfilamos hacia el carril bici.

Y ya en esa zona le perdí la rueda, le seguía con la vista, pero no con el ritmo. A partir de ese momento ya iría a mi ritmo, que la carrera era larga y no conocía la zona que había detrás del puerto de los Leones, nunca había ido por esa parte hasta Segovia. Pasamos por el fatídico sitio en donde se pegó aquella hostia un participante en 2014, dejando todo el camino ensangrentado. Y aproveché para dejarme caer hasta casi la zona del puente de la Marmota, logré adelantar a unos cuantos. Quizá no estaba bien físicamente para aguantar un ritmo fuerte, pero me veía bien en los descensos y en las zonas técnicas. Llegamos a un paso de riachuelo que iba bastante cargado y se veía a gente haciendo malabarismos para no mojarse, no fuese a ser que se fundieran cual terrón de azúcar. Si mi memoria no me engañaba, este iba a ser el único paso por un rio en toda la carrera, y frio no iba a hacer, así que no merecía la pena todo ese circo y el tiempo perdido en no mojarse. Subí coronas para cruzar el rio con seguridad y encaré la subida hacia Colmenar Viejo, en donde nos metieron por las vías del tren. Y si el riachuelo aquel iba cargado, la zona de las vías que siempre está encharcada lo iba a estar a lo grande.

Y no, no me equivocaba, desgraciadamente. Un buen par de kms completamente encharcados y como ya me lo conocía, la única solución fue subirme a las vías del tren, y pedalear por encima de las piedras, que con lo compactadas que suelen estar, no iba a ser mayor problema. Alguno trató de imitarme, pero se acabó volviendo al camino y al agua. No adelanté a mucha gente, tampoco me adelantaron, pero al menos iba seco. De las vías nos desviaron a la tramo de calzada romana que va hasta el puente medieval que hay por encima del Manzanares, por una zona técnica que es de las que menos me gusta de la zona, pero que se pasa sin mayor problemas. Y desde el puente medieval, tocaba la subida larga y tendida hasta el mirador que hay por encima de Manzanares el Real. El año anterior me acerqué hasta allí para hacer de liebre a un par de compañeros de la peña de Alpedrete. Y en 2014 cometí el error de subir por encima de mis posibilidades, pero hoy iba a ir de tranqui, pillé mi ritmo para afrontar los primeros repechos, y luego bajé unas pocas coronas para la zona de falso llano que hay hasta el alto y sin problemas. Llegué arriba sin estar desfondado, habiendo adelantado a algún que otro participante.

Uno de los avituallamientos de la carrera estaba antes de cruzar el embalse, que ya me lo conocía de la anterior vez y el agua muy fria no es que estuviera. Así que pasé de largo para pararme en la fuente de la ermita que hay entre la Pedriza y Mataelpino, que ahí sí que sale fresquita el agua, y así hacía un pequeño break antes de la subida heavy hasta Mataelpino. Un trocito de barrita, Camelbak repuesto y ala, vuelta a dar pedales. En mente tenía los tres próximos desafíos antes de llegar a Cercedilla, y los quería tener en mente para no calentarme y quedarme sin fuerzas.

De forma inmediata, tenía la subida hasta el avituallamiento de Mataelpino, que tenía sus tramos de duros repechos y una subida bastante técnica que, si quieres hacer montado, desgasta bastante. Por suerte, o por desgracia, el terreno estaba seco, así que no hubo que pelear contra el barro que hace casi imposible uno de los tramos técnicos antes del avituallamiento de Mataelpino. Pasé de largo el avituallamiento y aproveché un llanito que hay para pegarle otro mordisco a la barrita. Tras este avituallamiento, un descenso por un sendero bastante revirado con algunas piedras en ubicaciones putas que, si no conoces, es fácil que te las tragues. Y fue lo que le pasó al que me seguía. Empezó muy pegado a mí, pero enseguida me lo pude quitar de encima y encaré la subida por el sendero que lleva hasta la Barranca en solitario y tranquilo. Segundo punto a no desgastarse. Un sendero que va picando para arriba, con algunos repechillos que queman las piernas y una segunda mitad más técnica, con escalones, piedras y raices que llevan hasta la pista que sube a la Barranca. Y ya, por si esto no fuera suficiente, sin olvidar todo el tramo de subida que llevábamos desde la zona de Tres Cantos, ahora tocaba la parte más dura, en mi opinión, de esta primera parte del trazado. Una subida por asfalto, seguida de camino, desde el pueblo de Navacerrada hasta el restaurante la Fonda Real.

El primer año que lo hice iba de novato total, no conocía este trocito de recorrido y no me imaginaba que fuese a ser tan duro, y ahí me vacié un poco de más, penalizando así la subida a la Fuenfría. Pero esta vez, quizá pequé de reservón, pero no quise calentarme. Aproveché el ritmo suave para meterle algún mordisco a la barrita sin ahogarme y hasta la zona de los bomberos fuí a ritmillo, aprovechando que el asfalto te da esa facilidad de firme uniforme, por el cual puedes llevar la cadencia que quieras/puedas según tu condición física. Y ya cuando pasamos al camino, relajé un poco el ritmo. Los dos compañeros con los que había iniciado la subida a los bomberos se alejaron de mí, pero no quise seguirles para no desgastarme y fui de tranqui. Al final acabé pillándoles cuando llegamos a la pared que tanto temía. Fui subiendo con plato pequeño, coronas grandes, al tran tran, poco a poco, sin calentarme. Coronamos y ya bajamos hacia la fonda real, entrando en el tramo fuera de cronometraje, para el cual teníamos 30 mins....pero este año me parece que la cagaron un poco en este aspecto.

El primer año, al igual que éste, el tramo neutralizado empezaba en la fonda real, que hasta la zona de avituallamiento, era todo bajada. Sin problemas para nadie. Pero el cierre del tramo neutralizado en 2014 era justo al girar a la derecha para iniciar la subida a las Dehesas. Es decir, se salía de la zona de avituallamiento, y se cruzaba el pueblo por la calle principal, llana, sin desnivel, asequible para cualquiera. Sin embargo este año, el cierre de zona neutralizada estaba saliendo de Cercedilla, tras una subidita puñetera, ya iniciando la subida al pto de los Leones. No sé, creo que podrían haber acortado ese tramo, porque sus 10 mins o así te podía llevar el llegar hasta esa alfombrilla del chip.

Este año también me acordé de lo demasiado que comí la primera vez, así que esta vez, parada corta para no enfriarme, llevarme algo a la boca, pero sin llenarme ni encharcarme bebiendo. Y volví a emprender la marcha, esta vez hacia los Leones. Lo duro de la subida es corto, son unas pocas zetas al principio y luego ya afloja bastante. Para quien no conozca la subida, se le puede antojar dura, pero si se hace con tranquilidad, sin problemas. El problema es que, por muy mentalizado que estuviera, salí con el chip de "acabo de salir de Cercedilla" y se me olvidaron todos los kms que llevaba desde Madrid subiendo hasta Cercedilla. No es que me vaciara en la subida a los Leones, pero fui a ritmo, sin que nadie me aledantara, y adelantando a un par de tios que iban por delante mío. Incluso el tramo duro y técnico del repecho hasta el paso del arcipreste lo hice sin poner pie a tierra. Y claro, eso desgastó un poco.

La bajada del arcipreste a la pista del rio Moros estaba encharcado, con las piedras mojadas, así que ahí no arriesgué mucho. En algunos tramos quizá me dejé llevar y tendría que haber frenado un poco, pero por suerte no fue a mayores y no besé el suelo. Pero eso sí, en cuanto ví la pista, me salí del sendero. Aunque el track se suponía que seguía por el sendero, pasaba de seguir llenándome de barro. Algunos que me seguían hicieron lo mismo y otros siguieron por el sendero. No creo que hiciera trampas, no fui por un sitio más fácil o menos duro.

Empezaba a encontrarme raro, cansado. Al llegar a la valla de entrada al valle del rio Moros había un avituallamiento y paré. No parecía que hiciese mucho que había pasado por Cercedilla, pero andaba cansado. Había algo de fruta cortada y ya el hecho de masticar, me notaba rara la mandíbula, no, no son drojas sanas, jeje. Pillé algo de isotónica y un poco de fruta y seguí para abajo, en dirección al embalse de Revenga. Una bajada jodidilla, que me dejé caer y por poco salgo por orejas, una librada de las buenas. Alcanzamos la carretera que bordea el embalse. Sabía en dónde estaba, pero no lo sabía. Sí, sé dónde está el embalse, he pasado por ahí en multitud de ocasiones, pero no me hacía a la idea de lo que me faltaba por llegar a Segovia. Pero ni por asomo. A partir de ahí empezaría mi calvario de camino a Segovia. He tenido pajarones y bajones en rutas, pero nunca en carrera, al menos no tan heavy como la de hoy. Para salir de la carretera que bordea el embalse, tuvimos que hacer frente a un par de repechos. Enganchamos un sendero que tras cruzar un riachuelo, nos llevaba a otro rampón imposible y por afán de hacerlo montado en bici, peté. No era muy largo, pero las pocas fuerzas que guardaba se esfumaron. Bájate de la bici, recupera el aliento, empuja la bici hasta coronar el repecho. Ahora, enfilaba la cañada real soriana, terreno conocido, pero que fuese terreno conocido no suponía estar más cerca de Segovia, lo que volvió a engañarme. Estaba jodido, ya no había duda, las piernas sin fuerzas, sensación rara en el estómago, me costaba respirar...iba avanzando poco a poco, aprovechando que la cañada real soriana no tiene mucha pendiente, pica para arriba, pero se aguanta. O eso creía yo, porque al llegar a la zona llana, que daba paso a una serie de repechos me tuve que bajar de la bici y echar la pota. La primera vez que vomitaba en una carrera. No me encontraba, las barritas no me entraban y el agua la tenía que beber a sorbos por miedo a volver a vomitar.

La verdad es a partir de ese momento, navegaba por mares revueltos, iba un poco perdido. No me acababa de situar en el recorrido. Había mirado un poco por encima el trazado, pero no le había prestado toda la atención necesaria. En mi mente, el recorrido desde los Leones hasta Segovia era algo más sencillo de lo que iba a ser. A partir de ahora tocaba una zona rompepiernas, bordeando en ocasiones la AP6, zonas encharcadas en las cuales los neumáticos parecían quedarse pegados al suelo, zonas en las que me tenía que bajar y empujar la bici lastimosamente mientras veía como el resto de gente me adelantaba. Poco a poco me iba recuperando y se notaba que estábamos llegando al final, en donde la gente va algo más separada, porque los adelantamientos no eran muy frecuentes. En ocasiones algún grupo me pasaba como una exhalación, pero por lo general eran uno o dos los que me adelantaban. Me tenía que parar frecuentemente para recuperar la respiración, y eso que no iba a tope de pulsaciones. Simplemente, no podía. En los únicos tramos en donde intentaba apurar un poco, era en las bajadas, tratando de alcanzar a quien tuviera a la vista, aunque cuando el terreno se allanaba o se inclinaba hacia arriba, volví a perder segundos frente a mis predecesores.

Esto no se acababa...de vez en cuando pasábamos por algún punto crítico en el cual había algún voluntario señalando el desvío correcto, animándonos "venga!!! que ya falta poco!!!" (otra de las grandes mentiras del ciclismo). Pero ese "poco" no se acababa...y ahí seguía dando pedales, subiendo y bajando repechos que me agotaban cada vez más. Y las bajadas que había a continuación tampoco me ayudaban a recuperarme, así que afrontaba el siguiente repecho a medio gas. Y por si todo esto fuera poco, el eje de pedalier empezó a hacer un ruido de grillos de mil diablos, a cada pedalada crugía como si tuviera ahí metida una jaula de grillos. Normal, si no era un prado encharcado y embarrado, directamente tocaba cruzar una balsa de agua marrón y a estas alturas de la carrera, lo único que quería era acabar lo antes posible. Y por fin se hizo la luz...llegué al último avituallamiento de la carrera, ese en el que no paré en la primera carrera. Pero hoy no estaba el horno para bollos y paré, paré muerto de cansancio, necesitado de agua, líquido, lo que fuese. Pero el agua "mierdatónica" que me eché sabía a pis, menuda mierda! Me di cuenta al poco rato, así que estaba aún peor, sediento y con la boca rara. Apreté todo lo que pude para llega a Segovia, saqué fuerzas sabiendo que ya quedaba poco. Detrás de mí, se puso un chico a rueda, pero al poco rato conseguí separarme de él. Unos metros más alante, oía como se pegaba un revolcón, debió de pillar más uno de los múltiples charcos que había. Le grito si está bien, todo correcto, y continuo apretando hasta llegar a Segovia...muerto, desfallecido. Me ofrecen un botellín de agua, que apenas puedo tragar. Me siento un poco a la sombra a descansar. Vuelvo a revitalizar un poco, será por el subidón de haber llegado a meta.

Aproveché que no había mucha cola en la zona de lavadero de las bicis para dejarla limpia antes de meterla en el coche. Y ya entro en Segovia, comentando la carrera con otro chico que también anda algo fastidiado. Menuda mierda de trazado, mucho mejor el del año anterior, los avituallamientos pobres y cutres. Llegamos a las escaleras, voy bajando, me emociono al llevar una 29". La última vez que bajé por aquí iba con una 26" y no era lo mismo, jeje. Pero freno un poco, no vaya a ser que entre de bocas a meta, no quedaría muy fotogénico. Llego a donde está mi chica, y ahí ya me siento en el suelo, apoyado contra una de las columnas del aqueducto. En fin, luego llegué a casa, conducido por ella y andaba con mis 38 y pico grados de fiebre.... Pues sí que era fiebre lo que tenía esta mañana. Qué hemos aprendido hoy? que si hay más de 37º, uno se queda en casa y ya le pueden dar por saco a la ruta/carrera/o lo que sea. Eso, y que se me han quitado las ganas de carreras por una buena temporada.

No hay comentarios:

Publicar un comentario