viernes, 21 de enero de 2011

Feliz año a todos!!!!

Muy buenas, primera entrada de un año que tiene de pinta de ir a ser muuuy largo, o muy corto. La gente dice que el tiempo pasa muy rápido, depende si se mira desde la barrera o desde la arena. De momento llevo ya dos viajes de ida y vuelta a Madrid en lo que llevamos de año y ojo, que no me quejo en absoluto, estoy encantado. Y en el último que hice, descubrí (bueno, ya los conocía, pero nunca había caído en pillármelos) los asientos de las salidas de emergencia.

Recuerdo cuando iba a Francia que por aquel entonces, los aviones eran aviones y las compañías no eran tan cutres y ratas como lo son ahora. Para un vuelo de unas dos horas aproximádamente, los aviones eran aviones quatrimotores y por dentro, con dos pasillos. Es decir, 2 asientos, pasillo, 3 asientos, pasillo y 2 asientos. Y había espacio de sobra para los asientos. Ahora son tres asientos, pasillo y tras asientos, con un avión bimotor, que uno se pregunta por dónde han pasado los otros dos motores. Vamos, avioncitos de juguete. Que recuerdo cuando vinimos a Zurich, que me tocó el último asiento de todos, el 37D y desde atrás se veía como toda la cabina se retorcía en el momento del despegue y en los cambios de rumbo. Era curioso. Eso sí, como lo vea alguien con cierto temor a volar en avión, ríete tú del momento "vamos a palmar!!!!!" del gamberro de Homer en pleno vuelo (anda que no me gustaría a mí hacer eso, jejeje).

Y durante mi último viaje a Madrid, mientras esperaba en la sala de embarque de Zurich, y durante el corto trayecto en bus desde la terminal al avión, me fijé en la fauna que había ese día. No sé si porque otras veces no me he fijado e iba pensando en mis cosas, o porque esta vez estaba más distraído y me dio por mirar a la gente con más atención, pero había de to'. Para empezar, hay que decir que el avión tenía algo de retraso, cosa normal en el último vuelo de Iberia a Madrid de por las noches. El caso es que tenía al lado a un chileno que no paró de farfullar en el tiempo que hay desde la espera para embarcar hasta que le perdí de vista entrando en el avión. Qué tio!!! no callaba, y venga, erre que erre con que iba a llegar tarde, que si lo otro, que si aquello....En la fila de bancos en frente mía, una madre suiza con sus hijos, sus odiosos hijos. Curioso cuando ella les hablaba en kartofel y ellos le contestaban en español, jeje. Pero la lata que dieron y darán!!! Por otra parte, había un grupo de españoles que al ver una estantería con revistas gratis para los viajeros, se llevaron las manos a la cabeza "¡¡¡revistas gratis!!!!" y ahí empezaron a rapiñar revistas como si la vida les fuese en ello. En fin....

Se oye por megafonía la voz de la azafata anunciando que el embarque va a dar comienzo. Raudo y veloz, el chileno se levanta de un respingo y no duda en empujarme para pasar por delante de mí, no vaya a ser que el avión se vaya dejándole en tierra, no, por Dios. Pero mi pachorra y yo, a lo nuestro. Llegamos a la fila del embarque. Como casi siempre, carritos y familias con bebés primero. La azafata que nos recuerdas que debemos presentar nuestra identificación junto con nuestro billete. Detrás de mí, una chica joven hablando por el móvil que por el tono de voz, parecía bastante nerviosa y agobiada. Parecía estar hablando con alguien de Madrid, con el consecuente coste de la llamada. Vamos, que ni estaba hablando del tiempo ni de si iban a quedar para salir por la noche, parecía una llamada que debía de hacer ya o ya. Y delante de mí, una vieja, que como la mayoría de gente de su edad, con una habilidad innata para colarse delante de todo el mundo por el simple hecho de superar la media de la tercera edad. Señora, ni le van a robar su asiento, ni el avión va a salir antes porque se suba antes y es más, va a tener que esperar de pie más tiempo hasta que se llene el autobús, pero bueno...se ve que a esos niveles, da igual una vieja suiza que una vieja española, son todas iguales.

Pues mientras oíamos a la azafata hablar en estéreo (la teníamos a escasos metros y la oíamos tanto de su boca como desde la megafonía), la entrañable abuelilla no dudó en girar la cabeza y espetarle a la joven chica en un español-suizo que se callara la boca porque no podía oir a la azafata. La chica siguió hablando, obviamente, como haría cualquier persona normal y luego le llamó la atención a la simpática abuelilla, que qué quería, qué ocurría. Y entonces la tercera edad pasó de ser suiza a sueca. Fue curioso.

Lo mejor llegó cuando por fin nos subimos al autobús que nos acerca al avión. Lo primero fue uno que llegó con su jersey de Armani (lo ponía bien grande en el pecho para que se viera) que debía de ser de cuando su proprietario tendría 15 años, o eso o que lo había metido en una secadora, porque las mangas no le llegaban ni a la muñeca. Chiquillo, la ropa se tira cuando le queda a uno pequeña o está rota. Igual es que le tenía mucho cariño al jersey, jeje. Después entró uno que tenía roña en las uñas como para parar un tren. Ya sé que ahora volar en avión no es la novedad que era hace años, que ahora con las low cost todo el mundo puede volar y que al perder la novedad, ya la gente va en avión como puede ir uno a hacer la compra o a tomarse unas cañas, vamos, que no hace falta ir de punta en blanco....pero un poco de higiene personal no viene nada mal en según qué casos. "Oye, igual es un mecánico que ha salido pitando del trabajo porque no llegaba al avión", vale, pero hay baños en la misma sala de embarque. Seguimos en el terreno "uñil" con una pareja que entró al rato, de edad avanzada, y ella operada de bastantes sitios, apenas con expresividad en su rostro. Quizá fuese por eso por lo que había decidido pintarse los morros con brocha gorda porque le llegaba el carmín hasta medio bigote por encima del labio y, por debajo, rozando el mentón. Y ya lo que fue de traca, fueron sus uñas kilométricas, de al menos unos 3/4cms REALES. No eran de porcelana ni postizas ni nada, eran de verdad!!! cómo abres una cremallera? cómo marcas un número en el móvil? eso sí, para esnifar coca o hurgarte la nariz, ideal.

Al rato llegó una chica de mediana edad, de esas que necesitan hablar con cualquiera que se le cruce por delante. Creo que intentó hacer el amago conmigo pero desistió, al ver que no le hacía caso y que ni la miraba (la tenía localizada gracias al reflejo de la ventana) ni la oía (o eso debió de pensar ella al verme con los cascos puestos, auque le oí perfectamente). "Señora, déjeme en paz, no me hable, ni me mire, no le conozco, no sé quién es, olvídeme, siga su camino....", decirle eso habría sido borde y descortés por mi parte, jeje. Así que acabó hablando con el que estaba a mi lado que, casualmente, resultó ser el chileno espídico de la sala de embarque....obviamente, seguía refunfuñando para sí mismo, jajaja. Subieron un grupo de amigos de unos 30 y tantos, de entre los cuales había una chica que había heredado los pechos de su abuela, por lo menos. Y sí, lo digo literalmente, porque las llevaba arrastrando, menos mal que no era verano y no iba con camiseta corta, porque sino se le habrían visto asomar por debajo. Además, parecía orgullosa de sus amigas, ya que la camiseta blanca que llevaba estaba ya lo suficientemente gastada como para transparentar ligeramente. No mires, no mires, que es como Medusa, que te vas a quedar de piedra!!!!

Bueno, llegamos al avión. He perdido de vista a la mayoría de gente del bus, saludo a las azafatas en español "hola, muy buenas tardes" y voy directo a mi asiento, sin necesidad de mirar qué fila es, se reconoce a la legua. Síiii!!!! es un asiento al lado de la puerta de emergencia!!! por fin voy a poder estirar la pata y dormir tranquilamente en el vuelo!!! qué gustazo, esto es como estar en el salón de mi casa, además, igualito, tanto que ni siquiera puedo echar para atrás el asiento, así que sí, como en mi salón de casa. Pero lo mejor es no estar encajado literalmente contra el asiento delantero.

El asiento delantero....mierda!! ahí están!! me cago en su ..... Ahí volvían a estar los dos malditos niños odiosos de la sala de embarque. Saltando de asiento en asiento, botando sin que la madre les llamara la atención, descolgándose de los asientos delanteros, con las consiguientes molestias a sus ocupantes. Pero ya lo peor fue cuando descubrieron el apoyabrazos. Se parecían a Homer con la cama de hospital "apoyabrazos arriba, apoyabrazos abajo, apoyabrazos arriba, apoyabrazos abajo..." y así seguían, y así seguían. Y encima la gente es gilipollas, porque en vez de o ignorarlos, o decirle algo a la madre o lo que fuera, les sonreían y las guiñaban un ojo. Noooo....a esos niños habría que amarrarlos al asiento, previa bofetada, y lo mismo para la madre!! Yo me puse a mi Stromae y, como siempre, creo que ya me quedé dormido antes del despegue o muy poco después.

Otra cosa que me llamó poderosamente la atención, fue la dichosa manía que tienen los lugareños en descalzarse en cualquier medio de transporte, ya se tranvía, tren o avión. Ahora entiendo la fama que tiene el "queso" suizo. Pero a ver, cacho de guarro!!! uno se descalza en su casa, o en el campo, pero no en el avión con más gente alrededor suya. Que esta vez porque tenía calcetines, pero no sería la primera vez que veo la colección de mejillones en pleno apogeo. Y aquí, pues otra vez igual, un par de filas más alante, ya estaba el típico tio con los pies al aire. Cojonudo, oiga!!

Me vais a disculpar que en este blog no haya fotos, pero tampoco era plan ir haciendo fotos a diestro y siniestro por la sala de embarque y avión, que quizá alguien se lo acabaría tomando mal. Pero aún así, fue curioso observar toda esta fauna, jejeje. Tengo ganas de volver a pillar otro vuelo de esos, que dan para mucho.