miércoles, 20 de junio de 2012

Monegros 2012

Ya de vuelta a España, retomando mi vieja afición del MTB con mi nueva compañera, se comentaba por el foro que algunos iban a ir a los Monegros. Una carrera de 119kms con un desnivel relativamente plano. Con esos 96kms que me hice recorriendo la sierra madrileña hace unos cuantos años, no se me antojaba una prueba muy difícil. Siempre, teniendo en cuenta que me lo iba a tomar como una carrera en la medida de mis posibilidades. No se trataría de una de aquellas carreras de promoción de 10/20 kms, o aquellas del Open Rock Shox de hasta casi 40kms....aquí me podía dar una pájara de tres pares si no administraba bien las fuerzas. Así que mi idea era tomármelo como una ruta competitiva, como si saliera con los de Alpedrete, pero dando un poco más de caña, pero vamos, sobre todo una primera toma de contacto.


Gracias a la amabilidad y hospitalidad de uno de los foreros de FC, me pude alojar junto a otros foreros en una casita de pueblo de Ontiñena. Un pueblo cercano a Sariñena de donde partía la Monegros. El viaje de Madrid a allí discurrió sin más problemas que una paradita técnica cortesía de la GC...hijos de putillaaa!!! Llegué a Sariñena en donde ya habían llegado los demás foreros y fuimos a recoger los dorsales, evitándonos así las colas que iba a haber el sábado (fueron bestiales). Allí nos vimos las caras, el típico momento de KDD con gente de un foro. Aún me acuerdo de la primera quedada con los colegas de T610yz600. Después de recoger los dorsales, nos fuimos todos a tomar algo al pueblo. Ahí estábamos los dos de Sevilla, otro par de amigos provenientes de Extremadura/Salamanca, nuestro anfitrión, Alejandro, y un amigo suyo (también forero) con su chica.

Después de tomarnos algo, Alejandro nos acompañó a la que iba a ser nuestra casa durante ese finde. Una casa de pueblo, ubicada en Ontiñena, confortable, con tele-TDT, varias habitaciones de tamaño considerable, un saloncito, y una cocina. Y para más inri, nos habían dejado preparadas varias ensaladas de pasta, y pasta a la boloñesa para "desayunar" antes de la carrera. Un puntazo por parte de Alejandro y su madre. Tras llegar y dejar nuestras cosas, así como meter las bicis en la casa, nos fuimos a cenar al bar del pueblo. No el único, pero sí al que suelen ir los colegas de Alejandro. Cena entre todos y luego a la piltra, que mañana tocaba palizón. De entre los que veníamos, casi todos nos habíamos apuntado a la maratón, salvo los sevillanos que iban a la media de 65km, aún así, igual de dura que la maratón.

Sonaba el despertador prontito, para desayunar, ensalada de pasta con atún y pasta a la boloñesa. Ya se sabe, un primero y un segundo, jejej. Pero muy útil para lo que nos esperaba a la mayoría en unas horas. La bici ya estaba lista de la noche anterior y solo hacía falta meterla en el coche. Nuestro anfitrión llegaba sobre las 11h para recogernos y guiarnos hasta Sariñena. Aparcamos, sacamos las bicis, nos preparamos mientras miramos y admiramos nuestras monturas a la luz del día, la Believe de Alejandro es la más observada...componentes pata negra y una montura hecha a la carta. Nos vamos colocando en la meta, justo en mitad del mogollón. Teníamos a bikers por detrás, por la izquierda y por la derecha, menos mal que uno no tiene claustrofobia porque nunca había estado en una salida tan multitudinaria. Ni en la Grundig, ni en el Coronas que rondábamos los 700 participantes en aquellas pruebas de Promoción. Aquí éramos algo más de 4000 tios y tías esperando el pistoletazo de salida. Tuve que hacer una paradita técnica para aligerar un poco porque veía que iba a ser una carrera larga.

El helicóptero de Red Bull iniciaba su vuelo y realizaba varias pasadas sobre la línea de meta, que cuando echabas la mirada atrás, se perdía entre cabezas y cascos...aún estaba de los primeros. Por delante de nosotros habría unos mil y pico bikers. Empieza la cuenta atrás y suena el pistoletazo. Poco a poco vamos saliendo, teniendo cuidado con no caerme ni engancharme con los que tengo a mi lado. Pasamos por debajo del arco de meta y cruzamos el pueblo, plato grande engranado, la pulsaciones a tope, que aún yendo sin pulsómetro debo de llevarlas por los cielos. Cuidado en el pueblo con los coches y con algún estrechamiento imprevisto. Veo a gente con mascarillas "menudos flipaos" pienso inocente de mí, ya que al entrar en los primeros tramos de pista, la polvareda que levantamos es bestial. Tengo que beber en varias ocasiones para quitarme todo el polvo de la boca. Mientras tanto, el helicóptero que va siguiendo la cabeza del pelotón está ya bastante lejos.

Aunque la carrera es nueva para mí y debería ir con algo de precaución, no puedo evitar tratar de adelantar a algunos participantes, apretando un poco en algunos repechos, bajando todo lo fuerte que puedo. Llegan los primeros fuertes repechos en donde algunos bajan el ritmo. Yo trato de mantener el mio. Entre algunos parones para cruzar varios charcos de barro arcilloso, llegamos al primer avituallamiento. Llevo unos 20 y pico kilómetros y el avituallamiento genial: bebidas isotónicas, fruta, bizcochitos, etc. Muy bien currado. Después de la parada, a dar pedales otra vez, próxima parada, el avituallamiento de los 50 y tantos kms y hasta allí serían tramos básicamente llanos y de bajada. Y creo que allí fue donde me desgasté demasiado, que aunque parezca que no, el pedalear fuerte en bajada desgasta. Sino, que se lo digan a los que practican descenso, que llegan a meta destrozados. Pues así llegué el segundo avituallamiento en donde me paré bastante tiempo.

No estaba con pájara, pero sí me notaba cansado y en la larga subida que me esperaba ahora lo iba a pasar bastante mal. Bueno, de hecho, lo pasé mal en todas las subidas que me esperaban de aquí al final de meta. Llevaba unos cuantos geles, pero las sensaciones eran peores. Me tomaba el gel, me daba el subidón, pero cuando los efectos del gel desaparecían, me sentía aún más débil que antes de tomármelo. Todos aquellos que fui adelantando en los primeros kilómetros, eran los que ahora me adelantaban en la subida, aunque aún quedaba alguno que iba más flojo que yo. Después de llegar a poner incluso el plato pequeño, y de pararme en varias ocasiones, por fín llegábamos a la bajada que nos llevaba al tercer avituallamiento. En la bajada, se picó conmigo un tio con una Reign. Durante el descenso, por pista ancha, aunque traicionera por el firme resbaladizo, iba pedaleando, pero sin tampoco matarme. Y se ve que mi inercia era mayor que la de la Reign, que cada vez que miraba atrás (mira delante, chaval!!! que te vas a hostiar!!) se ponía a pedalear como un descosido durante un rato. Y luego volvía a alcanzarle. Así estuvimos jugando hasta llegar a adelantarle en un interior de una curva. Resultado: rígida 1 - doble 0. Llegué el avituallamiento en donde comí todo lo que pude sin tampoco pasarme, pero lo necesitaba.


Y ahora mi segundo calvario. Una subida que para mí fue eterna. También porque era la primera vez que participaba en esta carrera, no conocía las distancias ni los desniveles. Y por mucho que lleves una chuleta del perfil en el manillar, no creo que te dé una mejor idea de lo que te queda por recorrer. Una subida eterna, tampoco bestial en cuanto a desnivel, pero sí machacona. Y más gente que seguía adelantándome. Aquí también tuve que volver a pararme un par de veces para dar un pequeño descanso a mi dolorida espalda. No estaba acostumbrado a estar tantas horas sobre la bici y a un ritmo fuerte. Llegué a un punto en donde pensaba que la subida terminaba, pero tras un corto descenso, la subida continuaba. Esos momentos son los que te desgastan a nivel anímico, que estás esperando coronar la cima, y ves que aún te queda más por subir. El cuenta marcaba ya los 90kms, me acercaba a los 100 y al último avituallamiento.

Por fin bajada y llano!!!! lo duro ya terminaba, ahora era un tramo rompepiernas, de subidas cortas y llaneo con alguna bajada. Llevábamos ya unos kilómetros en donde nos habían juntado con los participantes de la prueba de los 65km ya que compartíamos recorrido en los últimos kilómetros. Paradita en el avituallamiento, segunda vez que rellenaba el camelbak..ya llevaba cuatro litros bebidos y los que aún quedaban por tragar. Estaba en modo reserva tras salir del avituallamiento, pero el ir adelantando a gente, aunque solo estén yendo de paseo, anima y da fuerzas a seguir pedaleando, aunque no sea gente que cuente para la clasificación final, da alas. Y así fueron pasando los siguientes 10kms, pidiendo paso, adelantando por donde fuese posible. Y aquí, otra vez mi desconocimiento del terreno me jugó una mala pasada.

El recorrido se adentraba en un patatal, un camino hecho por tractores, con las consiguientes huellas de los neumáticos lo cual repercutía en mi machacado culo. Joder....qué tortura. Ahí sí que eché de menos tener una doble...y eché de más esos 110kms que llevaba en mis piernas, mi culo y mis lumbares. Y ahí, aunque era llano, dije basta y tuve que pararme, tenía la espalda destrozada....llevaba ya unos 30kms pensando en que cuando volviese a MAdrid, me iba a pillar una manillar de dos alturas, uno low rise de esos, quizá esos centímetros de diferencia en el manillar era lo que necesitaba. Venga, hay que continuar!! me volví a subir y continué pedaleando hasta que por fín divisé la zona de meta, apreté los dientes y devoré los últimos metros hasta llegar a meta....por fin!!!! 115kms según mi cuenta, 5h50 de prueba....unas lágrimas de emoción por terminarla. Nunca me había pasado, me estaré volviendo sensiblero, pero no pude evitarlo. Supongo que en ese momento, eché en falta tener alguien con quien compartirlo, un amigo, mi chica o mis padres que siempre me han animado en las carreras.

Después de la carrera, me costó contactar con Alejandro y los demás. Debido al gentío que había en el pueblo, las redes estaban saturadas y ni datos ni voz funcionaban. Así que bueno, inconscientemente dejé la bici para ir a por comida, aunque no la perdí de vista, si alguien hubiese querido, se la habría podido llevar sin problemas. Pude repetir fideuá en varias ocasiones, muy rica. Así como ternasco y refrescos. Estaba todo muy bien organizado y aunque había colas, no importaba, ya no había prisas. Al final conseguí reagruparme con los colegas, todos llenos de polvo, con las marcas de las gafas, con cara de sufrimiento, pero contentos por haber finalizado sin demasiados problemas.

Fin de fiesta en Ontiñena, con cena todos juntos más unos amigos de Alejandro y unas copillas. Aunque tampoco podíamos acostarnos demasiado tarde, al día siguiente tocaba el viaje de vuelta y a mí me tocaba hacerlo solo, que aunque era solo hasta Madrid, no tenía relevos. El resto se volvía a Sevilla y a Extremadura. La mañana siguiente me dí un paseo por el pueblo para sacar unas fotillos, mientras esperábamos a despedirnos de Al3jandro. Yo fui el primero en partir. Habría sido una despedida más trista de no saber que al día siguiente, nos íbamos a volver a "ver" todos en el foro, en la plataforma de MTB de FC.

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